Ahora si rodé

Y fue una delicia regresar a cruzar la “Mosca” y de ahí apuntar a “Toboganes”, para terminar por la ruta llamada (con mucha razón) la “Hermosísima”. Fue reencontrarme con un viejo amigo, fue reconocer un camino tantas veces andado, o mejor dicho, rodado…


Fue sentir la libertad de apretar el pedaleo cuando me latía que debía hacerlo o simplemente dejarme llevar por el “vuelo” acumulado o una ligera bajada en el camino. 


Con la fluidez del rodar por el camino, mis ideas fluyen de mi mente y pasan por mi atención al igual que una rama pasa cerca de mi casco, o un arbusto roza mi pierna, o una piedra surge en la curva y la llanta y mis brazos se coordinan al instante para librarla o saltarla. Recuerdo las vivencias de la semana, las frustraciones de escuchar las noticias y ver que son las mismas monsergas de vivales y agachados, de ladrones y de ciegos “mentales” …


Pero viene una bocanada de aire, el trino de un pájaro oculto en lo alto de un árbol o el saludo de otro colega que decidió también por animarse a rodar esta mañana. Y recuerdo que esas son solo una cara de la misma moneda que yo mismo he de decidir si miro con impotencia o la miro con la decisión de animarme y hacer algo.


A no ser un “locutor” mas de la radio que solo se queja del gobierno o de la vida tan injusta en este México multifacético y convertirme en un ciudadano que propone algo nuevo ahí donde tantos otros (yo mismo también) he aventado mi basura quejumbrosa para hacernos mas difícil el camino…


Así es rodar, para variar, me trae optimismo al corazón, me hace ver los obstáculos desde otra perspectiva, como cuando bajando por Toboganes veo ese paso angosto, que he aprendido a simplemente saborear en lugar de evitar, por donde mi bici y yo surcamos como saetas que buscan su destino a toda velocidad, saboreando los terrones y el rocío de una mañana de domingo más…

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