Archivos de la categoría MTB @ SLP

A los cincuenta y dos

Se llegó la fecha y nos programamos de nuevo a una rodada para festajar la vida. Ahora fueron cincuenta y dos.

Y como se ha hecho una chida tradición, aplicamos la rodada de los 52kms (esta vez nos pasamos un poco, pero no… no es crédito para el año que viene).

Esta vez me acompañaron el buen Roberrr, el Chuy, el Luis y el George… fuimos un buen quinteto y nos aventamos una ruta original, en el sentido que nunca la habíamos rodado igual, aunque si la hayamos hecho varias veces en parte o en un sentido diferente.

Son los regalos y las enseñanzas que nos da la bicicleta en la montaña: Puede ser el mismo camino, pero nunca será igual!

Y a la par de retazo de sabiduría anterior me llegaron varias enseñanzas, varios regalos, varias resignificaciones, varias bocanadas de oxígeno para el espíritu!

Pero no fueron letreros que fueran apareciendo a un lado del camino o pancartas que se quedan inmóviles y se tiran luego de un mitín… fueron momentos, sentimientos y recuerdos que se entremezclaban con el aroma del camino, con el calor del sol que caía a plomo en momentos, o se combinaban con una ráfaga de viento que nos sorprendía en un recodo del sendero.

Ví mi vida desdoblándose sobre el mismo camino mientras iba avanzando por él. Venía trayendo las experiencias vividas en mi adolescencia, en mi niñez, con mi hermano y con mi hermana. Me recordé rodando una bici bmx negra en un lote baldío que hoy no existe (hoy es el archivo municipal de Guadalajara) y como luego de una rampa conocí el sabor de la tierra. Ese mismo sabor que luego probé en otra rodada, muchos años después, con otros amigos.

Recordé a mi querido San Luis Potosí y a  los grandes amigos que siguen por allá rodando bajo ese inclemente sol ,pero ese imparable viento, que hacen una combinación mágica en esas tierras que parecen secas pero en donde  encontré tanta vida y tanta amistad que espero volver algún día por allá. Me acordé de como llegabamos a compartir la única sombra disponible, cuando nosotros 5 nos detuvimos bajo un mezquite, a plena mitad de la polvosa terracería.

Y así también en la vida, como sin importar las diferencias, las esperas o adelantos siempre necesitamos un cobijo durante un momento y es bueno tenerlo compartiendo con otros buenos amigos y compañeros de ruta…

Luego dimos varias vueltas y nos encontrámos de vuelta a la entrada de mi bosque,

Ahora por su lado sur. Nos aprestamos a internarnos de nuevo en la vereda que luego se convertiría en el siempre amigo… “Salsipuedes” y luego la porlongación Mariano Otero. Pero para eso todavía faltaba algún rato, así que cerca de la llamada puerta verde nos detuvimos a deleitarnos con las últimas viandas y hacernos a la idea de agarrar ritmo, y piano, piano, ir pedaleada tras pedaleada de nuevo trepando a través de la terracería y a la luz de un sol abrasador hacer voluntad y no deternos ya para no perder el “vuelito” que nuestras propias piernas sacaban de las últimas fuerzas que nos quedaban.

Así mi vida, los años pasados han sido “Salsipuedes”, han sido tramos a pleno sol y deshidratándome a cada paso, han sido grandes subidas que casi me abaten, pero al final le seguimos, “en pedales” y “pa’delante”, ha habido adrenalíticas bajadas, deleites en el fresco de un bosque, momentos de compartir con los vienen junto a uno y otros instantes en los que solo vamos y nos toca sacar agua de piedras para tanto disfrutar como para superar.

Al final de esta rodada, pude sonreír y de corazón agradecer a mis compañeros de esta ocasión, al George, de los nuevos (bueno, si casi 5 años vale como nuevo) amigos, al Chuy, con algunos años más compartiendo en la chamba y fuera de ella, al Luis prueba de que los amigos re-encontrados son más que valiosos, y el Roberrr, compartiendo desde que sin querer decidimos armar uno de los mejores grupos de ciclismo que ha rodado por estos bosques.

Y bueno, no queda más que seguir empeñándonos, que la vida en algún momento se termina, pero nos toca mientras estamos en ella sacarle lo mejor que podamos, y a mí me tocó la bendición de poder hacerlo con esta gran herramienta de vida que es la bicicleta!

Así que, cincuenta y tres, ahí te voy!!!!

Ro

Una rodada muy Real

Sábado por la tarde, hace una semana estaba en Real de Catorce, San Luis Potosí.. terminando la rodada del Wirikuta con mis compas cilcistas de Tequila Bike…

Hoy estoy aquí, sentado en mi jardín, regando en la sombra… escucho el agua correr, y casi, casi como la tierra la va sorbiendo.

Pero nada que ver con vivir un par de días en esa intemperie agreste de Real de Catorce. Antiguo pueblo minero, que financió al viejo imperio Español por 3 siglos. Hoy dejó a gente de enjundia que ha re-encontrado un sentido para seguir habitando este enclave en medio del desierto mexicano, amurallado con cerros sin sombras, más que las de los dioses Wixarikas.

Y fueron ellos, dioses y habitantes quienes nos vieron arrancar hace unos días, a este grupo de … ciclistas, locos, entusiastas, compañeros?, un poco de cada cosa creo yo. Prestos a la invitación del tlatoani Hojas, ahí arrancamos de la plaza del templo de San Francisco, para esperar otros minutos a la entrada del túnel Ogarrio… como cualquier otro, teníamos que esperar turno, ya que el túnel es de un solo sentido

Esta rodada es mágica, espectacular. Tan sólo al iniciar tenemos que rodar por un túnel de mina (ya adaptado a estos tiempos) de casi 2.5 kilómetros de extensión. Y al salir te topas con una imponente vista del valle alargado que da salida al altiplano potosino. Y vista que impone y nos reta a siquiera a pensar en continuar otros cuarenta y tantos kilómetros, muchos, muchos, hacia arriba…

En fin arrancamos con una engañosa bajada hasta un pueblecito creo que se llama la luz, que era el punto de arranque de una subida que iba a terminar hasta 12 kilómetros después… y casi 500 metros más “arriba”…

Esta vez leerán desde mi perspectiva en la barredera, ahora si fue una decisión consciente ir “atrás”… jeje. Fui disfrutando de una rodada sin la presión de los guías o la premura de los “pros”, ahí me fui dando paradas para ver como iban mis compañeros de grupo, hasta que ví que me fui quedando atrás, jeje…

Pude ver la vida es estas laderas que de inicio parecen secas, muertas. Pero puaf! nada que ver… rebozan de vida, pastos esparcidos por aquí y por allá, flores escondidas en la sombra de una piedra. Estanques de agua a lado de un corral, donde se supondría que no habria agua… Viento silencioso y helado que pareciera acariciarnos como creo que los antiguos caballeros creían sentir los dedos de su amada doncella mientras cabalgaban al horizonte, sin saber a donde llegarían.

Mientras seguía pedaleando, para variar, fuí conociendo a nuevos colegas ciclistas, Jorge Burgoa, Dulces Vero, Abel y Flavio, el Hojas… porque si, nunca dejas de conocer a los buenos amigos. Fuimos acompañándonos, apoyándonos, compartiendo anécdotas y consejos, así como tomas de foto y video.

En cierto punto de la rodada, llegó la tentación, podía ver el pueblo de Real de Catorce ahí “abajito”… podía decidir ya bajar y terminar la rodada, pero no… el reto estaba en la mesa y yo era el comensal… era una promesa, no una meta, era ver el destino, no el final…

Llegamos casi al punto medio de la ruta y en momentos, me encontraba a mi mismo sólo en la ruta. Eso si, sin miedo (no era de noche, ni estaba perdido), es una de esas cosas mágicas de las rodadas… no importa si van 3, 10, 50 o 100, en algún momento, al menos yo, me topo conmigo mismo yendo en soledad, y en este caso, fue algo maravilloso, esuchar el silencio!.

Sentir el sol y el viento frío de la montaña, mi respiración, y mis jadeos al hacer el esfuerzo de jalar mi montura alumínica para sortear una roca-escalón en medio del sendero, el roce de las llantas en un tapete de piedritas o el razgar de una rama de estos arbustos enanos sobre mi calceta o mi pierna.

Fui alcanzando a “Dron” Abel y a su hermano, antes de la mítica bajada en esta ruta… lamentablemente el dron era leal a su dueño y sólo lo enfocaba a él o a su hermano, pero deveritas, deveritas, yo iba pegadito a no más de 3 metros de él…

Pero bueno, por ahí están las tomas del dron rodando en Internet y son muy recomendables. Al menos yo viviéndolas a no más de 3 metros de distancia, puedo decir que son espectaculares!

En eso estábamos cuando llego la parte de la bajada que no fue perdonada por los años sin mantenimiento y seguramente con la única lluvia de un año que barrio con parte de sendero, haciéndolo muy difícil de sortear sobre la bici…

 

 

 

Bajamos y llegamos “al descanso” antes de la última escalada disfrazada por el empedrado, ya en franco regreso al túnel Ogarrio.

Es una “tendidita” de otros 12 kilómetros en los que subes 600 metros! Bien escondida la méndiga pero cobrona como pocas, porque el empedrado no se apiada de uno y nos va desgastando al jinete y a la bici. Con decir que llega a veces el punto de decirse, vamos un kilómetro a la vez! El oasis antes del final es llegar al racho “el Potrero” para simplemente dejarse caer en la primera sombra, retomar fuerza para encontrar la única tienda abierta y casi casi tomarnos un refresco (para el azúcar, como diría Celia Cruz) y agua, natural, mineral, la que fuera en un solo trago. Así lo hicimos Julio y yo, Abel y Flavio ya habían quedado un poco atrás. Tomamos agua y más que nada ánimo y voluntad de lo poco de fuerza muscular que nos quedaba, luego del incesante sol que nos había bapuleado los últimos 2 kilómetros para trepar el último kilómetro por una vereda de burros yo creo, pero no porque fueramos nosotros, no sean así… así esta marcada la ruta. Al final que fue paradójico… no ver la luz al final del túnel, sino al revés. Ver el túnel después de tanta luz… y ver ese túnel espantó mis calambres, me dió fuerzas y Julio y yo rodamos de nuevo esos 2 kilómetros y medio hasta llegar a Real de Catorce, y en el bullicio de un pueblo ex-minero y hoy lleno de turistas, parecia yo escuchar los vítores a los gladiadores triunfantes!, habíamos domado al Wirikuta, lo habíamos logrado… no lo domamos, lo vivimos, y quiero pensar, que la ruta, nos disfrutó, nos reto, y nos impulsaba cuando nos veía flaquear, nos soplaba un viento frío para que siguiéramos adelante. Creo que le gusta que la visitemos, que la recorramos, porque cada uno que pisa sus senderos, le da un sentido para existir, como espero que a cada uno de nosotros nos haya dado una razón más para poder seguir diciendo… “a rodar!”

.. y seguir escuchando al Hojas… “ánimo peeerrroooooos! y damas”…

Hasta la próxima!

Aquí la ruta: https://www.strava.com/activities/8080332925

 

aprovecha

Vamos aprovechando estos minutos de terapia física para escribir un poco no?

Recordando que el tiempo es el único recurso no renovable que tenemos realmente, aprovecho unos minutos aquí relajando músculos y reparando tendones, y eso es más que suficiente.

Estos minutos aquí en la clínica bien valen la pena para disfrutar de horas y horas de rodadas entre pinos y encinos, entre autos, motos y camiones.

Hay que aprovechar las bicicletas, ellas nos ayudarían a mejorar el mundo y cambiarían el paradigma de nuestra vida. Nos alejaría del consumo persé y volveríamos a lo práctico y sencillo. No buscaríamos trabajos tan lejos de casa, no pensaríamos en salir de casa solo para lucirnos o para que nos vean, sino para disfrutar nuestra vida y fijarnos en lo que hacemos bien o cómo seguir mejorando en nuestro andar y en nuestra salud. Las prisas se cambiarían por aprovechar en calma un paseo por la ciudad o por la campiña. La polución daría lugar a seres humanos más sanos, dedicados al hoy y no a buscar curas mágicas para el peso excesivo, dolor de huesos, malestar bucal o impotencias físicas o mentales.

Cómo puedo estar seguro de esto? Simplemente denle una mirada a estás tomas y disfruten por unos segundos…olviden algún pendiente y sepan que ahí podrían estar…. aprovechen este minuto que sigue…

Parece una muralla de piedra, pero es un borde hecho con pura obsidiana…esas que al rodar sobre ellas destellan con brillos que te hacen pensar que vas rodando sobre estrellas. Legado del estruendoso nacimiendo de mi bosque hace miles de años en el crisol de un volcán que dijo: “Les dejo este regalo, cuídenlo y disfrútenlo, aprovecha!”

Me encontré esta toma de hace un par de años, contrastes de mi tierra con las mis grandes amigos potosinos, los verdes y los ocres se intercambian pero el espíritu de seguir y vivir, ese es el mismo… y esas rutas me enseñaron lo que es aprovechar cualquier lugar para pedalear a tope!

Mi baika y yo redescubriendo este Bajío tapatío que resiste los embates de los ciegos y estúpidos humanos que solo buscan autodestruirse… Pero antes de quedarme en politiquería, aprovecho para compartirlo y convencer a que ustedes lo descubran también!

Y  aprovechando aquí esta toma con dos de los grandes (no sólo de edad, no empiecen), colegas de la rila, ejemplificando la resolución de una descompostura en medio del bosque… No hay que complicar de más la vida, hay un problema? busca la herramienta, pide ayuda, acepta ayuda, asume la responsabilidad de tus acciones, actúa y listo…

Aprovecha tu vida!

Ro

Expandir la mente

Si, también en eso de expandirnos nos puede ayudar la bicicleta… Y más en la montaña. En estos momento que la pandemia nos “invita” a quedarnos en casa y que hemos dejado de salir como lo hacíamos antes, unos más, otros menos, de repente me descubro que llevo en casa más tiempo del acostumbrado.

En esos momentos me doy cuenta que no estoy encerrado. Desde que he estado rodando, años ha… me preparó para estos momentos creo. Porque no me siento atrapado, ni tan confinado como pudiera pensarse. Mi mente y mi corazón le recuerdan a todo mi ser que yo no estoy sólo dentro de estás paredes, por más bonito y cómodo pueda parecer. Soy parte de un todo más amplio, y basta recordar un par de tomas en mi querido semi-desierto potosino…

Hey! no le den vuelta tan rápido, esta es una bajada que tuvimos que hacer a pie por lo escarpado de la misma, pero allá abajo (parte central de la toma y poquito a la derecha) pueden ver 3 ciclistas que ya van rodando… muestra inequívoca de que somos una mota de polvo en este mundo, pero una mota de polvo única, sorprendente y que puede llenar el vacío del alma con un recuerdo que abarca eones de naturaleza que nos esperaba a que pasaramos por ahí.

Y aquí, tan cerca de la capital, y a la vez tan lejos. Recuerdo como si fuera esta misma mañana cuando rodé por ahí, dejando crecer mi espíritu hasta los confines de ese azul que parecía sumergirse en la misma tierra, y se parecía percibir cómo las piedras del lienzo vibraban mientras mi baika y yo cruzábamos por ahí, como tantos otros antes y muchos más después…

Con sólo estas dos postales, me acuerdo que no estoy sólo aquí, en el cobijo y protección de mi casa en este punto del mapa, sino que yo mismo soy un mapa vivo que se lleno de recuerdos, de vivencias y, muchas de ellas logradas gracias a mi bicicleta…

a rodar!!!

Entre telones

Se dice a esas actividades que se realizan sin aviso, sin promoción, pero que sin las cuales la obra no se puede ejecutar. Son momentos que no por ser de un supuesto bajo perfil, carecen de importancia. Han sido clave para cerrar un espléndido episodio de vida y arrancar uno nuevo. Y con todo y esa tensión de guardar, preparar, dirigir, acompañar, recibir, reacomodar, hemos podido anexar algunos buenos momentos a esos entre telones…

Aquí arriba de estas palabras, esa última gran ruta en tierras potosinas -de momento- que me graba en la memoria y el corazón los grandes momentos vividos en tierras agrestes pero entre gente con gran corazón y con el gusto de compartir los momentos.

Luego, ya por acá. Por tierras jaliscienses. No menos agrestes pero si algo diferentes. Volver a encontrarme con amigos y con este bosque que sigue resistiendo en embate de una ciudad embrutecida. No deja de sorprenderme ver la capacidad de la vida de ir abriéndose paso aún entre las rocas a un lado del sendero que cientos de personas cruzan semana a semana, y la maravilla de los volcanes y montañas que siguen como sigilosos vigilantes de estas tierras.

 

Volteo a casi cualquier lado y veo como estas tierras me saludan con cariño… ah pero como cobran el que no las haya rodado en algún tiempo… canijas!!!

El espinazo del diablo, convertido ahora en la subida más socorrida hacia la Torre 1…
Un rincón escondido en mi Bosque la Primavera
Con nuevos y viejos amigos… en el entorno de la sierra de Atemajac de Brizuela, cerca de Tapalpa…
Con el estimado Hojas (perro mayor)… rindiendo tributo al Nevado, que nos espera …

Y así entre cierres y aperturas, la bicicleta sigue siendo parte integral de mi andar por este mundo. No es un accesorio, es una vía más para vivirlo, un estilo de vida, así que… a rodar!!!

Ro

Subir y bajar en tierra potosina

De esas rutas que uno quiere recorrer, pero por una u otra razón, no se lograba conjurar a los dioses del camino, de la bajada y la subida para poder dirigir nuestras ruedas por el sendero adecuado.

Pero todo llega cuando debe de. Es otra enseñanza de las miles que la bicicleta me ha dado; la paciencia es un ingrediente indispensable en la vida. Siempre llega ese fin de semana en que coincides con los compas para rodar esa ruta esperada; siempre llega esa fuerza para subir la trepada en la que desde hace tanto te tenías que bajar de la bici; siempre llega esa firmeza en el manubrio para sortear la bajada que te hacía frenar.

Así fue, hace pocos fines de semana nos tocó rodar más allá de “las antenas”… esas que se ven desde casi cualquier punto de San Luis Potosí capital, hacia el oriente, en plena puerta de entrada a la sierra de Álvarez.

Nomás 868 mts de altimetría y una distancia de 45 kms aprox. Arrancando en el entorno semi-árido que rodea a la capital potosina, ir subiendo poco a poco por bosquecillos de robles y encinos, seguir la carretera por unos kilómetros hacia, ganando altura todavía, hasta que de repente estamos inmersos en un hermoso bosque de pinos y tierra roja.

Gozando de aire puro y brisa fresca y la excelente compañía de algunos de los Lizzards; Toño, don Rubén, Harim y el retoño Harel, César F, César R, Carlos, Alex, Olivier, Ernesto! Qué fortuna de tan buena guía.

Y luego de llegar al punto alto, donde ya los árboles van dejando paso a las rocas de las cimas, bajamos hacia las colinas cercanas a Villa de Zaragoza, donde dejamos atrás el bosque y volvimos a la semi-aridez potosina, que nada que ver con la camaredía y la gran amistad de estos colegas de tierras potosinas, con quien podemos compartir una gran rodada, apoyarnos al brincar los lienzos y claro, departir una cerveza por aquello de la rehidratación… salud!

Y a seguirle no? Que la bici no se anda sola… a rodar!!!

Ro

Salir a rodar es

Es encontrarse con amigos que no he visto en meses y sentir que fue como haber compartido ruta la semana pasada… eso sí, con más noticias que contar…

Es coincidir con otros colegas ciclistas y sentir que somos amigos, por el sólo hecho de compartir el mismo gusto por salir a rodar un poco más allá

Es ver un camino al que no se le ve final y, en lugar de temer, lo que surge es el deseo de emprender la ruta a la de ya!

Es mucho más que simplemente tomar la bicicleta, sentarte en el sillín, tomar el manillar y comenzar a pedalear… es iniciar una aventura, el tomar el rumbo de vida en tus manos, es ir más allá del asiento y convertirte junto con tu bicicleta en un vehículo que transita más allá de las 4 dimensiones…

Es reencontrar la grandeza de tu pequeñez al descubrirte parte de algo que va más allá de tu intelecto, de tu corazón, de tu alma…

Presa de San Carlos, a la altura de la zona industrial de SLP Capital
Meditando sobre la cortina, huellas del pasado sobre el presente y mirando al futuro

 

Es hacerte uno con todo lo que te rodea, porque no eres solo “el ciclista”, eres por segundos, “el agricultor”, “el ganadero”, “el taxista”, “el que rueda a tu lado”, “la de la tiendita”, “el gato”, “la grulla”…

Es … es … mucho más

caminos

Los caminos cada uno los va recorriendo. Es una falacia pensar que el destino, que dios o que Dios nos tiene un camino establecido. El universo es demasiado vasto para dedicarle a uno la atención o marcarnos una ruta hacia cualquier lugar. El universo es generoso y tan lleno de recursos que simplemente está ahí. Espera que cada uno de nosotros se mueva por sí mismo hacia donde crea que es mejor para cada quien.

Y si no, pues eso no le afecta al universo, al destino, a dios, a Dios, eso sólo le incumbe a cada uno. Pero es una simple tesis, ya a cada uno nos tocará comprobarlo, jeje…

Por lo pronto, aquí unas pocas tomas de los caminos que me han tocado recorrer…

A veces, los caminos están trazados pero aún así uno va sobre ellos y a la vez no. Somos y no somos a la vez. Nuestro ser está y no está. Nos desplazamos a través de dimensiones que aceptamos, percibimos pero a la vez no entendemos del todo. Lo vemos pero no lo podemos tocar.

Hay caminos que de repente se abren ante nosotros donde no pensábamos que pudiera haber alguno. Cuando vamos cruzando desiertos, estepas, lomas cubiertas de jardines sembrados de piedras, ovejas buscando agua o alguna raíz que mordisquear, vemos de imprevisto un camino lleno de verde, de fresca sombra. Lienzos de piedra y pinos que no deberían estar ahí.

Veredas ocultas al ojo despistado y hundido en el ajetreo diario, simplemente ahí, esperando a quien quiera descubrir algo que está más allá del estrés de lo usual, de lo “normal”.

Nos toca luego encontrar caminos francos, de esos que invitan a simplemente detenernos unos momentos, de saber que no hay prisa, que el tiempo en sí no existe, que la agenda no tiene una razón vital en nuestra existencia. Que no somos quienes siguen la manecilla o el pulso del cuarzo sino quienes hacemos que éstos tengan una razón de existir. Así, detén tu rila, déjala descansar, mira hacia adelante… el camino no se va… tú vas a él, tu lo recorrerás, tú serás su razón de ser.

Y al final, o será al principio? quizás sea a la mitad de tu recorrido, quizás ni sepas en que momento estás. Pero tendrás momentos en que no verás un camino, pero no porque no exista. Ahí está, sin pendiente, sin prisa, sin horario… está. Esperando, armándose quizás, preparando lo mejor para tí, porque siempre en nuestra vida hay un paso más, una huella que dejar, sea en el viento, en la tierra, en el agua o en el recuerdo de los que junto con nosotros, venimos a este hoy, a este punto de la historia a seguir por los caminos, cada quien el suyo, cada quien a su propio destino.

Ro

caminos

Los caminos cada uno los va recorriendo. Es una falacia pensar que el destino, que dios o que Dios nos tiene un camino establecido. El universo es demasiado vasto para dedicarle a uno la atención o marcarnos una ruta hacia cualquier lugar. El universo es generoso y tan lleno de recursos que simplemente está ahí. Espera que cada uno de nosotros se mueva por sí mismo hacia donde crea que es mejor para cada quien.

Y si no, pues eso no le afecta al universo, al destino, a dios, a Dios, eso sólo le incumbe a cada uno. Pero es una simple tesis, ya a cada uno nos tocará comprobarlo, jeje…

Por lo pronto, aquí unas pocas tomas de los caminos que me han tocado recorrer…

A veces, los caminos están trazados pero aún así uno va sobre ellos y a la vez no. Somos y no somos a la vez. Nuestro ser está y no está. Nos desplazamos a través de dimensiones que aceptamos, percibimos pero a la vez no entendemos del todo. Lo vemos pero no lo podemos tocar.

Hay caminos que de repente se abren ante nosotros donde no pensábamos que pudiera haber alguno. Cuando vamos cruzando desiertos, estepas, lomas cubiertas de jardines sembrados de piedras, ovejas buscando agua o alguna raíz que mordisquear, vemos de imprevisto un camino lleno de verde, de fresca sombra. Lienzos de piedra y pinos que no deberían estar ahí.

Veredas ocultas al ojo despistado y hundido en el ajetreo diario, simplemente ahí, esperando a quien quiera descubrir algo que está más allá del estrés de lo usual, de lo “normal”.

Nos toca luego encontrar caminos francos, de esos que invitan a simplemente detenernos unos momentos, de saber que no hay prisa, que el tiempo en sí no existe, que la agenda no tiene una razón vital en nuestra existencia. Que no somos quienes siguen la manecilla o el pulso del cuarzo sino quienes hacemos que éstos tengan una razón de existir. Así, detén tu rila, déjala descansar, mira hacia adelante… el camino no se va… tú vas a él, tu lo recorrerás, tú serás su razón de ser.

Y al final, o será al principio? quizás sea a la mitad de tu recorrido, quizás ni sepas en que momento estás. Pero tendrás momentos en que no verás un camino, pero no porque no exista. Ahí está, sin pendiente, sin prisa, sin horario… está. Esperando, armándose quizás, preparando lo mejor para tí, porque siempre en nuestra vida hay un paso más, una huella que dejar, sea en el viento, en la tierra, en el agua o en el recuerdo de los que junto con nosotros, venimos a este hoy, a este punto de la historia a seguir por los caminos, cada quien el suyo, cada quien a su propio destino.

Ro

Buenos dias

Puedo asegurar que los días inician con una energía diferente cuando el sol te alcanza mientras ruedas. O al revés, cuando uno rodando se le adelanta al sol y le espera en algún sendero, en la calle, en el cerro o en el desierto al momento de arrancar su elíptico camino por la bóveda celeste.

Una mañana como otras, asomándonos al sur de la perla tapatía… trepando la madre que nos vió a muchos iniciarnos en este mundo… Bugambilias.

Una pausa mientras rodábamos la “media mosca”, en nuestro Bosque la Primavera, coincidiendo con los primeros rayos de sol que empezaban a bailar entre los árboles, recuerdo el susurro de algunas aves escondidas en las ramas que empezaban a llamar a sus vecinas para lanzarse al desayuno… y el Roberrr y yo, agarramos vereda para seguir la ruta y luego ir al desayuno también, en la cafetería de la oficina…

Otro amanecer, hace algunos ayeres con unos viejos grandes amigos, en un paraje ni cerca ni lejos de la perla tapatía, otro bosque, la misma energía, el mismo sol que nos encontraba al arranque de una ruta sabrosa, la conocida “Perrona”, en los alrededores de Atemajac de Brizuela en la sierra de Tapalpa. Disfrutando de la brisa y el aroma de leña que calentaba el café de alguna casa cercana. Con frijolito suficiente para motivar un arranque con energía e impulso por deshojar recuerdos e hilar muchos nuevos.

Aquí un épico amanecer, una de las rodadas épicas, en San Sebastían del Oeste, por arrancar la segunda etapa de un Vallartazo, con 2 emblemas… el Charly “comegalletas”, y el genial “Ricky Mountain”, saludando a la vida, saludando al equipo y al sol que se apresuraba a alcanzarnos para mostrarnos el camino a Puerto Vallarta, unas 4 o 5 horas después.

Otro amanecer, otro grupo de ciclistas, otro terruño, más al norte, acercándonos al altiplano potosino, ya el sol un poco arriba, pero igual concediendo un poco de fresco detrás de un nublado persistente… saliendo de Hacienda Coronado, otra ruta, el mismo espíritu, la misma gran camaradería y hermandad unidos en una ruta difícil de igualar, la etapa 2 de 3, rumbo a Real de Catorce.

Aquí otro amanecer, en los alrededores de Cerro de San Pedro y monte Caldera, los Lizzards, lanzándose con todo por la bajada, aprovechando que el sol aún esta medio lagañoso y medio dormido detrás de la cobija de nubes que se levanta de la sierra de Alvarez.

Y dejemos por ahora hasta aquí los amaneceres, con esta útlima estampa tomada desde el extremo oeste del Lago de Chapala, justo unos minutos después del amanecer, luego de una rodada cadenciosa recorriendo su ribera, para encontrarnos con un nuevo día y poder descubrir que cada uno, es un mágico reinicio de la vida, una nueva oportunidad para seguir construyendo nuestra felicidad, día a día, rodada a rodada.

Buenos días!!!

Ro