Días de rodadas…

¿Qué tienen las fotos que siguen, que te puedan llamar la atención?

 
Esta a la izquierda, mostrando a un grupo de amigos anónimos con los que coincidimos el pasado viernes, en nuestro camino a la Torre 3 (2,192msnm) a 20 kilómetros de nuestra querida Guadalajara, una de las tres torres de vigilancia montadas por los guardabosques para tratar de mantener a salvo al bosque…
O esta a la derecha, con el buen Carlos con la imponente mirada vigilante de los arboles que cuidan una de las partes mas antiguas de nuestro bosque la Primavera. Tomando aire después de hora y media de rodar a través del bosque, ante un clemente sol que al juguetear con las nubes nos permitía conservar hidratado nuestro cuerpo y mantener una condición mas que tranquila para continuar con nuestra rodada matutina a uno de los puntos mas altos alrededor de la zona metropolitana de Guadalajara.
 O que tal esta que se muestra abajo, una probadita del camino entre Atemajac de Brizuela y Ferrería de Tula, en la sierra de Tapalpa, al sur de nuestro estado de Jalisco, con la quietud y el sabor que solo un viejo bosque puede proporcionar a aquellos que tienen el animo de tomar su propio silencio, con sus retos personales a superar y sin mas, tomar la bicicleta y aventurarse por caminos que quizás nunca antes habían pisado y siquiera hubieran pensado en cruzar.
A mí, simplemente me recuerdan la dicha de estar vivo y de poder hacer lo que me gusta… que es diferente a lo que me “plazca”. Ahí reside el problema de nuestra generación y la que nos precedió, creo yo. Estamos en una etapa de adolescencia de nuestra civilización. No me atrevo a decir que la humanidad completa esta en las mismas. Este planeta es muy grande “bendito creador”, como para creer que solo por lo que pensamos y sentimos en este hemisferio pueda con todo el planeta.
Pero en fin, filosofía suficiente para este blog, je je. Estas fotos fueron tomadas en mis últimas rodadas, aprovechando “santamente” estos días de descanso. No dimos la oportunidad de rodar y rodar por mi ciudad y sus alrededores, en ratos solo, en otros con entrañables amigos, con mi hermosa mujer, por las brechas, por las calles o por los caminos de pueblos cercanos.
Al sol, a la sombra, recibiendo el polvo de carros que pasaban por la ruta, sintiendo la caricia de los últimos arañazos del invierno que se despide pero sobre todo con el gusto de sentir que estaba en donde me gusta estar y descubrir que hay más gente que le gusta estar por aquí, cada quien a su manera, cada quien a su paso, pero juntos disfrutando y entre todos vertiendo la vibra de disfrutar y en el fondo, buscar conservar lo natural que es lo que nos une y nos da fuerza como humanos, como parte de un ente mas grande, de una esencia que nos supera, y nos sobrevivirá más allá de la mota de polvo que se pudiera ver la vida de cada uno de nosotros comparados con los 140,000 años de existencia del Bosque la Primavera, por ejemplo.
Rogelio

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