un sendero varios caminos

Empezando a tomar velocidad, vuelta a la derecha con cuidado de no dar de lleno con un par de piedras sembradas en la vereda… vuelta a la izquierda con un escalón simulado que pudiera no ser de cuidado si no es por el agujero al fondo y que pudiera hacerla de catapulta para mi humanidad, así que aflojo el freno delantero, ajusto la fuerza de mis dedos de la mano derecha, sin dejar de jalar con el pulgar el manubrio para mantener firme el manubrio y a la vez despego mi trasero del asiento para echarme un poco hacia atrás y compensar el agujero en el frente y en el momento preciso empujar con mis propias caderas la bicicleta y salir disparado a la vereda… ah como me gusta rodar esta vereda! Me enderezo y comienzo a pedalear de nuevo, no hay tiempo de descanso aquí, porque vienen un par de raíces y necesito mantener el impulso para brincarlas sin dar de lleno con las llantas… vuelta a la derecha, y veo el tronco caído a la mitad del sendera, aviento las posaderas para atrás y jalo el manillar… pasamos mi bici y yo como acariciando la madera para encontrarme la toma que tenemos aquí…

No hay de otra, hoy me detengo, vale la pena una toma luego de la rodada sabatina por varios tipos de rutas, tramos técnicos en la Mosca, velocidad a pleno en Toboganes, relax en la Huevona, trepadón después del árbol… así que tomo la cámara y clic! Un vistazo a este sendero llamado “vaca muerta”, un sendero que nos lleva a través de un pequeño cañón entre colinas enanas pero cubierto completamente de árboles y húmedad… que a constancia del paso de los bikers y los runners mantiene su vereda sigilosa, testigo de la mezcla perfecta entre el humano y la naturaleza… y me muestra una leccíon de vida (as always), el camino ahí esta, lo que queda es iniciar mi andar (mi rodar en este caso). En lo que estoy ahí, pasan algunos colegas y sigue la lección, es el mismo sendero, pero cada quien lo asume a su modo, a su estilo, con sus propias características, unos a todo vapor, otros más tranquilos, unos agachados, casi acariciando el manubrio con su torso, otros colgados del manubrio hacia atrás, otros parados sobre los pedales…

Así la vida, en el mismo camino a veces, nos toca escoger la manera en que cada uno de nosotros quiere asumirlo, quiere supéralo, quiere alcanzarlo, quiere gozarlo!

Los senderos, las brechas, los caminos, vienen en todos los tamaños, formas, inclinaciones, con sus propios obstáculos y sus propios sabores de triunfo…

Ya van un par de ocasiones en las que he tenido que poner pie a tierra en esta trepada al querido “Cerro Viejo”. No es una ruta sencilla, no es él fácil de convencer para que nos deje pasar sin antes haberle rendido honor y pagado el tributo. Es como ese abuelo adusto que no se molesta en voltear a los pequeños que le piden dulces, el esta en lo suyo. Y somo nosotros quienes debemos de hacer el esfuerzo…

Caminé un centenar de pasos y logré sentir (más que ver) que la inclinación cedía un poco, para montar la bicicleta y seguir rodando, cuando llegué a esta curva en “U” y no pude dejar de detenerme para tomar esta toma y querer plasmarla con palabras, porque son esos momentos de los que nos acompañan por un buen rato, dándonos el ánimo que necesitamos en nuestra rutina galopante cada día, para convertirla en algo más allá de la rutina!

Porque ahí entre la neblina y el fresco descubrí que la vida no es sólo correr queriendo recorrer las horas cada día en la oficina, en el tráfico… inventando vitaminas dizque para tener energías, cuando las vitaminas las tenemos ya en nosotros, en nuestro alrededor, volteando a nuestra estrella madre, en las nubes que nos acarician, cada día, en el viento que lleva el aire a nuestros pulmones, que tanto se esfuerzan en purificar… En los amigos, en la familia, en las personas que responden el saludo cada día, en nuestra fuerza para despertar y con todo y todo, salir de casa para buscar ser un poquito mejor cada día.. y para agarrar esa fuerza no hay nada más que recordar que somos algo más…