(T1+C / V) * T^2 = Ruta ciclista de lujo

Que chida estuvo la rodada. Una forma excelente de conocer y disfrutar con el bosque y junto a la misma naturaleza. Y con el ingrediente de contar con la excelente compañía de poco más de una decena de rodantes en una mañana dominical.
T1” para empezar, la subidita de la que ya en otros momentos he hablado. Esa que cansa pero de la que no me canso de trepar… 50, 60 minutos de fibra, de respiración rítmica,  jalones a los músculos exprimiendo proteínas,  hidratos de carbono. Y vistas que llenan mi olla de optimismo, de gusto por vivir en este rincón del planeta. Vamos subiendo y voy tras la huella del Mannix que nomas no se deja alcanzar… hasta que llegamos a la Torre 1 y los demás van arribando. Aqui vamos de vuelta a la entrada del valle del silencio (asi le llamo yo), pero esta vez no haremos el recorrido de este magico lugar que invita a bajar de la bici y tan solo mirar, escuchar, paladear a la naturaleza que grita: Aqui estoy, y si tu quieres, no me voy!
Aquí seguimos hacia la siguiente parte de nuestra formula de hoy, “C“anicas!, una bajada que nos debería de depositar “sobre” “V“olcanes, un pequeño balneario escondido que mas bien debería llamarse piscina Volcanes. Ja ja, pero antes de llegar a dicho punto, a la mitad de nuestra formula, hemos de pagar nuestro atrevimiento por cruzar por este hermoso lugar.

Una pequeña desviación, una brecha tomada a la izquierda, en lugar de la derecha y nos vemos los once que tomamos la bajada en medio del bosque. Loma tras loma vamos vadeando columpios y jorobas del otrora volcan de Planillas.
Vamos cruzando por lo que hace tiempo fuera el crisol de este bosque, el comal en donde las piedras que hoy nutren el suelo de Guadalajara, eran fuego solido, pisamos piedras que suenan a vidrio, senal inequivoca de las altas temperaturas que las hicieron nacer (bueno, eso me dijo el Kango, le voy a creer)…

En fin, luego de varios minutos, el cruce de varias albercas de hojas, subidas y bajadas entre lomas, llegamos al borde del bosque… y ahí abajo, Volcanes, la alberca (me resisto a verlo como balneario, je je). Son solo unos 100 o 120 metros abajo, y claro aquí las mismas bicicletas reculan, es una bajada de cabras (por ahí alguien dijo que de bueyes, pero dejémosla en “cabras”), y con nuestras poderosas rilas convertidas en bastones, vamos bajando entre piedras que se desprenden y resbalones que nos sacan el aliento a mas de uno.

A final de cuentas todos llegamos abajo sin problema, aunque si con una que otra cana, no Richie? Y procedemos a continuar por nuestra última parte de la fórmula, la “T“ronadora, que merece ser descrita como “al cuadrado (^2)”, por el respeto que el ciclista ha de ofrecerle. Es una ruta demandante partida en dos, primero vamos bordeando al bosque por el camino de terraceria, arenoso y empolvado, que de vez en cuando nos cubre, cuando “colegas” motorizados nos pasan sin la intencion pero el buen animo de hacernos la ruta mas interesante… nos cubren del sol unos segundos al levantar la nube de polvo que nos dejan, buena onda estos chicos…
Y luego, finalmente, llegando a la “tiendita” creo que debería de llamarse vinos y licores el oasis! Aqui tomamos a la izquierda y nos internamos nuevamente a nuestro refugio, el bosque, con sus sombras, el susurro del viento, el trino de pájaros y el sonido de nuestras llantas (de las bicis, no de nosotros, nosotros Arki…) sobre las hojas que el otoño ha bajado de sus árboles.

Aquí yo me adelanté dejando al buen Mannix, al Hojas, a los nuevos, a los no tanto, a la fiel retaguardia… todos compañeros de la aventura de este dia, tan diferente, tan similar, tan lleno de esfuerzos, de logros, de tertulia matutina, todos compartiendo de este bosque, de este modo de ver la vida, de esta dicha que es rodar!!!

Ro

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